La respiración es una de las funciones básicas del organismo que nos permite obtener el oxígeno necesario para la supervivencia. Esta función puede verse dificultada ante la presencia de estrés o elementos contextuales que provoquen el desarrollo de patrones acelerados que dificulten la correcta entrada de oxígeno en el organismo. Sin embargo entrenar esta función puede contribuir en gran medida a reducir el nivel de estrés que nos provocan las circunstancias ambientales y sociales a través de la relajación, disminuyendo problemas de insomnio, hipertensión, cefalea, asma, disfunciones sexuales o fobias, además de ayudar a controlar mejor el proceso perceptivo, la gestión del dolor u otras sensaciones producidas por causas orgánicas o mentales.
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